Elizabeth

 Otro día me levanto junto a mi esposa. Otro día despierto con su aroma. Otro día en el que mi hija me prepara el desayuno. Piensa que mi trabajo es excesivo a pesar de ser algo por lo que siento pasión, piensa que necesita agradecerme por lo que le doy sin saber que ella es mi reina y su madre mi mundo.  Me levanto luego de terminar el desayuno, se supone que hoy es un día en familia por lo que iremos al parque.
 Saben que me encanta estar con ellas, es como si me acogieran con sus brazos en cada segundo y fueran el respaldar de cada pensamiento. Aun recuerdo la primera vez que la sostuve en mis brazos, fue como si hubiera aterrizado en la tierra sobre un hermoso y cálido manto sostenido por pilares que hacían resonar su nombre con el soplar del viento. Elizabeth.
 De camino al parque en el auto me cuenta sus aventuras en la escuela, como era ser la representante de todo el alumnado, como todos estaban de acuerdo con sus ideas y me hablaba sobre sus compañeras, cosas típicas de una adolescente. Mi esposa sonríe con los ojos cerrados mientras acaricia mi mano la cual está en la palanca de cambios. Suena cierta música compuesta por únicamente violines creando una melodía tranquila pero apasionante, a ella le encanta, siempre me pide que le dé las composiciones de los artistas que no llegan a cumplir las expectativas que se requieren y selecciona las que, según ella, cargan el sentimiento de la pasión y la emoción. Dice que esos artistas son verdaderamente capaces de plasmar sus emociones en cada una de las notas empleadas formando desde risas y carcajadas, gritos de felicidad y amor, hasta los más desesperados gritos y llantos, pero cada uno con el peso de los sentimientos de una o más personas. A veces pienso que ella debería de hacer mi trabajo, yo siento dolor cada vez que debo rechazar a alguien por no cumplir las expectativas que ni siquiera están impuestas por mí.
 Ya en el parque Eli se encuentra con unas compañeras del colegio con quienes se queda hablando mientras yo y su madre nos sentamos en el césped, ella deja que me recueste en su regazo como siempre y comienza a acariciar mis mejillas, no le gusta hablar mucho porque sabe que adoro la simpleza de su presencia. Sin que yo me dé cuenta acerca se rostro al mío para decirme algo. "Un caballero siempre debe mantener su rostro limpio, no debe mostrarse digno de la felicidad que le brindan sus allegados, mi amor". Entiendo lo que dice cuando siento como las lagrimas caen por mi sien, no podía mostrarme así ante ella sin motivo alguno, pero no lloraba de felicidad, la felicidad que ellas me daban sería capaz de hacerme desear la inmortalidad para vivirla siempre, pero no me siento tan vulnerable. Algo está pasando dentro de mi sin que lo sepa. Al besarla desaparece cualquier duda y dejo de llorar, solo me quedo con la intriga de que me sucedió en ese momento, sentí como si estuviera intentando escapar de algo.
 Me mira con una sonrisa, tapando el sol que apuntaba directo a mi rostro,  dándole al suyo un brillo que la hacía parecer una deidad ante mí.
 Un estruendo sacude mi cuerpo y el de mi esposa, giro mi cabeza en dirección a la calle y veo el cuerpo de una adolescente tumbado frente a un auto. No, un pueblo no puede perder a su reina, sin ella el pueblo no podría mantenerse en pie, y sin una reina a quien servir y defender, un caballero no tiene ninguna utilidad. Corro rápidamente a socorrerla, está viva pero muy grave, su rostro está lleno de sangre y tiene raspones en las manos, me dicen que la ambulancia está en camino. Sus amigas lloran mientras le preguntan si está bien, pero no consiguen respuesta, a lo que me percato de algo; mi esposa no está conmigo. Muevo mi cabeza en todas direcciones para buscarla y la veo de pie en la acera, con la mirada perdida. La ambulancia llega y rápidamente los médicos hacen los preparativos para subirla. Corro hacia mi esposa quien parece estar en shock y noto una lagrima cayendo por su mejilla. La miro a los ojos  y le digo "Salvemos a nuestra reina". Un pueblo necesita tanto a su reina como ella a su pueblo. Recobra el sentido sabiendo que no era momento de estar quietos y me muestra su mirada más firme y decidida lo que hace que mi corazón hierva de emoción, mi esposa estaba de nuevo conmigo y no íbamos a dejar que lo peor sucediese. En el camino al hospital la acompañamos juntos. Despierta para mirarnos con una expresión simple, como si el accidente hubiese sido solo un golpe en el dedo meñique del pie, lo cual sucede a menudo en nuestra casa. En mi rostro y en el de mi esposa de dibuja una sonrisa lo que hace que Eli cambie su expresión a una de confusión. Baja su cabeza en un intento de mirar sus pies y al ver la sangre comprende la situación, es tan inteligente como su madre. Nos dice "Es solo un pequeño golpe" con un tono burlón. No podemos evitar rompernos en llanto de felicidad. Le decimos que todo va a estar bien y nos contesta "Ya lo sé, mi caballero me salvara".
 Ya en el hospital la ingresan impidiéndonos el paso. Yo y mi esposa suspiramos, sabíamos que todo iba a estar bien. Nos sentamos en una banca, ella dejo que me recueste en su regazo, era lo más relajante para los dos.
 Pasa una hora y vuelve uno de los doctores, su cara no muestra ningún indicio de que las cosas vallan bien. Nos explica la situación a la cual no puedo prestar atención. Finaliza la explicación diciendo "Necesita un corazón nuevo". Siento una fuerte bofetada, mi esposa me golpeo con todas sus fuerzas, tiene una expresión que preferiría no ver, pero sé que necesita que la mire a los ojos. Ella sabía, desde antes que yo, la elección que iba a tomar frente a la situación en la que nos encontrábamos. Los médicos me trasladan a la sala de operaciones. Lo único que pude hacer fue besarla, acariciar su cabeza y mejilla, y decirle que todo iba a estar bien, que era el deber del caballero el realizar una hazaña considerable capaz de conmover al pueblo y a su reina.
 Estando acostado me dan indicaciones para contar hasta diez cuando comience a inhalar el suero. Pienso en la vida que tendrá, será difícil pero sé que saldrá por si misma de cualquier apuro, aun que necesite ayuda la podrá conseguir fácilmente, ella es así. Comienzo a inhalar el suero y comienzo el conteo. 1, 2, 3, 4.. 5........

6,7,8,9 Aparto el pesado cuerpo que se encontraba sobre mí y me levanto rápidamente para empuñar mi espada en contra de 3 caballeros enemigos, solo espero un milagro, un caballero no puede desistir. Veo como una lanza perfora a uno de mis enemigos y otro es apuñalado por la espalda, avanzo y corto el cuello del último a pesar de ser herido en mi pierna izquierda. La milicia se nos había unido, llegaron para calmar los llantos de nuestra reina, secar sus lagrimas, ya no estábamos perdiendo, la batalla estaba emparejada y mi escudo aun podía parar muchas más flechas y mi espada cortar mas cabezas. Corro hacia la reina quien estaba peleando con el pequeño ejército que pudo reunir para defender la ciudad. La ayuda va en camino mi reina. Pasan por mi mente pensamientos y recuerdos de cuando estaba tumbado, un sueño maravilloso y fantástico donde era feliz, con una tecnología extraordinaria y una hermosa familia, de alguna forma me siento orgulloso de mis actos en ese sueño, pero en este momento es hora de ayudar a mi reina. Llego nuevamente al campo de batallas que había sido trasladado mientras estaba inconsciente. Mi mente queda en blanco y una simple frase resuena en ella. "La reina está en peligro". Una flecha perfora mi hombro izquierdo. Corro mientras la milicia me protege, saben que es el deber de un caballero el estar con su reina. Siento un corte en mi pecho. El sangrado comienza a afectarme pero no puede detenerme.
 Por fin la veo de nuevo, una piel tan blanca y delicada, su largo cabello hacía notar la falta de su casco y su rostro sangraba por múltiples heridas. Me acerco a ella, sé que está en su límite, si sigue así perderá, y el pueblo no puede perder a su reina. Grito para que note mi presencia, para que sepa que la batalla no está perdida, que la ayuda está en camino. Comienzan a salir lagrimas de sus ojos mientras pelea, es como un espectáculo hermoso, majestuoso... Un espectáculo que no debe terminar.
 Cuando llego la cubro en mis brazos ¿Cómo pueden hacer pelear a una niña tan pequeña? Por más que me haga tal pregunta hasta yo sé que ya no es una niña. Se aparta solo para ver mi rostro, sonríe mientras sus lagrimas caen, lagrimas de felicidad. Comienzan a escucharse los gritos de victoria, habíamos ganado, no solo gracias a la reina, si no también al pueblo.
 Comienza a nublarse mi vista y caigo de rodillas, oigo sus gritos de impotencia a mi derecha. Jamás fui tan allegado a ella personalmente, cualquiera sabría que no la abrazaría por ningún motivo... Solo para darle mi vida. La flecha por fin había llegado a mi corazón y no al suyo, solo necesito unas últimas palabras para haber triunfado en esta vida... "Vive, Elizabeth".

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